A paso lento cruzaba el burro un riachuelo con la leña sobre su lomo. Cansado y aburrido no dejaba de lamentarse por el peso de la carga:
_ «Hi-aaa, Hi-aaa»
Al caer la tarde, el burro se acostaba sobre las frescas hierbas para descansar; pero aún ahí seguía rebuznando su lamento:
_ «Hi-aaa, Hi-aaa»
Un gusanito cansado de escuchar los lamentos del burro, arrastrándose por el suelo se acercó a decirle:
_ No te quejes tanto por tu destino. A mí me gustaría caminar, saltar, cruzar los riachuelos, sin embargo, mi vida es arrastrarme por el suelo corriendo el riesgo de que alguien me pise y me aplaste.
_ ¡Amigo es difícil vivir con cargas todos los días! _ explicó el burro.
_ ¡Tenemos que aprender a llevar nuestro destino con alegría y optimismo; porque si no lo hacemos seremos infelices toda la vida! _ explicó el gusanito.
Autora: María Abreu
¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. (Salmos 42:5)
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