El conejito Fito caminaba con us padres por el centro del bosque y de pronto a su derecha ve una casa grande con muchas luces.
Era la casa de la alegría, ahí se escuchaban, ruidos, cantos, júbilos, gritos, y risas sin parar.
El conejito Fito atrido por la alegría quiso entrar a la casa, pero papá conejo tomándolo de la mano le explicó:
_ Fito, no entres. La alegría sin moderación va de la mano de la travesura y sus pasos conducen a la locura.
Continuaron caminando y a la izquierda, el conejito Fito vio la casa de la tristeza cubierta por unas nuves negras.
El pequeño conejito quiso entrar, pero mamá coneja tomándole de la mano le explicó:
_ No entres Fito. La casa de la tristeza está llena de quejas, llantos, desdichas, miserias y lamentos por los problemas de la vida.
_ ¿Entonces, para dónde voy? _ preguntó el pequeño conejito.
_ Sigue caminando por el camino de la templanza, ella mira las alegrías de la vida sin hacer locuras y las tristezas sin caer en depresión.
Con este equilibrio impedirás que tus pasos se desorienten mi pequeño Fito.
Autora: María Abreu
Mas el fruto del Espíritu es templanza; contra tales cosas no hay ley. ( Gálatas 5:22-23)
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