
El conejito Fito caminaba con us padres
por el centro del bosque y de pronto a su derecha ve una casa
grande con muchas luces.
Era la casa de la
alegría, ahí se escuchaban, ruidos, cantos, júbilos,
gritos, y risas sin parar.
El conejito Fito atrido
por la alegría quiso entrar a la casa, pero papá conejo tomándolo de la mano le
explicó:
_ Fito, no entres. La
alegría sin moderación va de la mano de la travesura y sus pasos...