David era un niño amable y juguetón, pero no obedecía a su madre cuando ella le enseñaba sobre la importancia del ahorro de la energía.
Por eso cuando David salía de su habitación siempre dejaba la luz encendida, además dejaba el móvil enchufado después de cargar la batería.
Cuando iba a la cocina, abría la nevera más tiempo de lo necesario y muchas veces se le quedaba la puerta abierta.
También, en el salón dejaba la televisión encendida aún cuando no la estaba viendo.
Y así era el día a día de David, malgastando energía en su casa.
Como David no sabía ahorrar energía porque no hacía caso a los consejos de su madre, hubo un mes que el recibo de la luz llegó tan caro que su madre no tenía el dinero suficiente para pagar el recibo. Por eso ella le explicó:
..... ...._ David, tendré que coger dinero de tu alcancía para completar el pago de la luz.
Al escuchar esto David se puso muy triste y la madre continuó diciendo:
_ Hijo, te he explicado que cuando disminuimos el consumo de la energía, ahorramos dinero.
Con el consejo de su madre, David aprendió a ahorrar la energía eléctrica de su casa y desde ese día jamás tuvo que poner dinero de su alcancía para pagar la luz.
Autora: María Abreu
Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio, pero el necio todo lo disipa. (Proverbios 21:20)
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