
David era un niño amable
y juguetón, pero no obedecía a su madre cuando ella le enseñaba sobre la
importancia del ahorro de la energía.
Por eso cuando David
salía de su habitación siempre dejaba la luz encendida, además dejaba el
móvil enchufado después de cargar la batería.
Cuando iba a la cocina, abría la nevera más tiempo de lo necesario y muchas veces
se le quedaba la puerta abierta.
También, en el salón dejaba la televisión encendida...