Un mosquito posado en la
oreja de un león creyó que su zumbido era muy fuerte. Tomó aire, abrió la boca
y gritó al oído del león con todas sus fuerzas:
_ ¿Te asusta mi zumbido?
Si es muy fuerte dímelo para no molestarte.
_ ¿Quién me habla? _
preguntó el león.
_ ¡Yo, el mosquito!
.....
_ ¿Quién?
_ ¡Yo, el Señor Mosquito!
_ ¡Ah! ¿Y dónde estás?
_ Estoy en tu oreja
izquierda _ respondió el mosquito.
_ ¡Ah! ¡Muchas gracias! Si no me lo dices no me habría dado cuenta de que tengo a
un tonto zumbando en mi oído _ dijo
el león con un ruido estridente y sobrecogedor.
El mosquito se llevó un susto
tan grande que cayó al suelo patas arriba.
Autora: María
Abreu
PD.
Amiguito, amiguita, este cuento nos enseña que no debemos creernos mejores
de lo que realmente somos. El mosquito pensó que su zumbido era más fuerte
que el rugido del león y mira el susto que se llevó.
Nadie tenga un concepto
de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con
moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado. (Romanos 12: 3)
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