Cuando salen los
primeros rayos de sol la abeja Anna se acurruca en su cama porque no le gusta
madrugar.
Suena la alarma de su
despertador y la abeja en medio de un bostezo balbucea:
_ ¡Uaaaah! ¡Cinco minutos
más por fa…!
Vuelve a sonar la
alarma, intenta levantarse, pero está tan desganada que hasta parpadear le cuesta y
vuelve a repetir:
_ ¡Cinco minutos más
por fa…!
Otra vez el sonido de
la alarma y la abeja estira los brazos seguidos de un bostezo intentando desperezarse:
_ ¡Uaaaah!
Se levanta medio
dormida y cuando sale de la colmena se da cuenta de que sus compañeras regresan
cargadas de polen y néctar.
Sorprendida por lo
tarde que se le había hecho bate sus alas para irse a trabajar; pero el trabajo
se le acumula…, por no madrugar.
Es tanto el trabajo que
se le amontona que cuando las demás abejas obreras descansan Anna continúa trabajando…, por no madrugar.
Una noche cuando Anna
regresa a la colmena con un cargamento de néctar una abeja obrera se acerca y
le explica:
_ ¡La pereza roba el potencial! Debes madrugar más para que
venzas la pereza.
_ ¿Pero cómo hago para
despertarme con ánimo? _ preguntó la abeja Anna.
_ Al despertar debes levántate de la cama de un salto. No
esperes cinco minutos.
Con este buen consejo
la abeja Anna aprendió a madrugar sin mucho esfuerzo. Y nunca más se le acumuló
el trabajo.
Autora: María
Abreu
¿Hasta
cuándo, perezoso, estarás acostado? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de dormir, un poco de dormitar, un poco
de cruzar las manos para descansar, y vendrá como vagabundo tu pobreza, y tu
necesidad como un hombre armado.… (Proverbios 6:10-11)