Parecía un día normal con
la misma rutina. El ciego Bartimeo a la orilla del camino se sentó en el suelo como
de costumbre para mendigar.
Algunas personas que
pasaban por el camino le daban dinero, otras pasaban, murmuraban y no le daban nada.
Ese mismo día, que
parecía un día cualquiera con la misma rutina, a Bartimeo le pareció escuchar a
una multitud que pasaba en frente de él.
Y oyendo que era Jesús
nazareno que pasaba por el camino, Bartimeo levantó los brazos y comenzó a dar
voces:
_ ¡Jesús, Hijo de David,
ten misericordia de mí!
Pero nadie se conmovía de
este hombre, la gente seguía pasando cerca de él sin prestarle atención.
Sin embargo, Bartimeo
seguía dando voces:
Algunas personas enojadas
por las voces del ciego Bartimeo le reñían para que callase; pero Bartimeo en
lugar de callarse gritaba mucho más fuerte:
_ ¡Jesús, Hijo de David,
ten misericordia de mí! ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
Jesús al escuchar las
voces de Bartimeo se detuvo y mandó llamarle.
Entonces unas personas se
acercaron a Bartimeo y tomándole de la mano le dijeron:
_ ¡Ten confianza, Jesús te llama; levántate!
Bartimeo inmediátamente
se levantó y se acercó a Jesús. Y respondiendo Jesús le dijo:
_ ¿Qué quieres que te
haga?
El ciego Bartimeo
creyendo que Jesús le podía sanar le dijo:
_ Maestro, que recobre la vista.
Entonces Jesús le dijo:
_ Vete, tu fe te ha salvado.
En seguida el ciego
Bartimeo recobró la vista y empezó a ver a todas las gentes del camino. Se
deleitaba en la vegetación y por primera vez veía el hermoso cielo azul.
Y lo más emocionante para
él fue que pudo ver a Jesús cara a cara, por eso saltaba de alegría como un
niño.
Desde ese momento
Bartimeo fue muy feliz y decidió seguir a Jesús.
PD: No hay nada imposible para Dios. Él sana todo tipo de
enfermedad si puedes creer…
Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que
llama, se le abrirá. (Lucas 11: 10)
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