Escena I
Narrador:
Nínive era una ciudad en la que sus habitantes eran extremadamente crueles y
violentos. Estos pecados llegaron a la presencia de Dios, por eso Dios llamó a
Jonás para indicarle:
Jehová:
Jonás, Jonás levántate, necesito que vayas a Nínive.
Jonás:
¿Para qué quieres que vaya a Nínive, Señor?
Jehová:
Quiero que les digas que su maldad ha llegado delante de mí. Predícales que se
arrepientan du sus maldades.
Escena II
Narrador:
Pero Jonás en lugar de obedecer el mandato se subió en un barco rumbo a la
ciudad de Tarsis para escapar de la presencia de Dios.
Pero Dios viéndole dentro
del barco sopló un viento recio sobre el mar y levantó una gran tormenta que
movía el barco como si fuera un simple juguetito.
Las olas zarandeaban el
barco de aquí para allá y de allá para acá, y los marineros tuvieron tanto
miedo que empezaron a gritar a sus dioses:
Marineros:
dios del sol, dios de la luna, dios del viento ayúdanos por favor, no queremos
morir en esta tempestad.
Marinero
1:
¿Qué podemos hacer? ¡Este barco se hunde!
Marinero
2:
Tiremos parte de nuestro cargamento al mar para que el barco no se hunda.
Narrador:
Todos
los marineros luchaban juntos intentando mantener el barco a flote, pero el patrón del barco al percatarse
de que Jonás no estaba en el grupo decidió bajar al interior del barco y para
su sorpresa encontró a Jonás profundamente dormido.
Patrón
del barco: ¿No te das cuenta de que nos estamos
hundiendo? Levántate dormilón y clama a tu Dios a ver si tiene misericordia de
nosotros y no nos hundimos.
Narrador:
Jonás rápidamente se levantó y escuchó a los marineros preguntándose por quién les
había sobrevenido esa gran tempestad.
Marineros:
Echemos suerte para saber por quién de nosotros se ha levantado esta gran
tormenta.
Narrador:
Los marineros cogieron una moneda, Jonás veía cómo la moneda iba descartando a
los demás hasta que finalmente esta le señaló a él como el culpable de haber
desobedecido a Dios. Entonces los marineros mirando fijamente a Jonás le
preguntaron:
Marinero
1:
¿Dinos por qué nos ha venido esta tormenta? ¿De dónde eres?
Jonás: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los
cielos, que hizo el mar y la tierra.
Marinero
2:
¡Por desobedecer a Dios nos has puesto a todos en peligro! ¿Por qué has
intentado huir de su presencia?
Narrador: Mientras
los marineros continuaban interrogando a Jonás el mar se iba embraveciendo más
y más….
Marinero
3:
¿Qué podemos hacer contigo para que el mar se tranquilice? ¡No quereos morir!
Jonás: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os
aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre
vosotros.
Marineros: ¡No podemos hacerte esto Jonás, morirás al instante! ¡Volvamos a
tierra!
Narrador: Pero mientras intentaban volver a tierra el viento soplaba tan fuerte que
el choque de las olas hacían crujir hasta el último rincón del barco. Y los
marineros tuvieron tanto miedo que clamaron a gran voz:
Marineros: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de
este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová,
has hecho como has querido.
Narrador: Dicho
esto, tomaron a Jonás y lo lanzaron al mar y en ese mismo instante se calmó la
tempestad.
Escena III
Narrador:
Jonás dentro del mar intentaba nadar para mantenerse a flote, pero Dios en su
misericordia envió a un gran pez que se
lo tragó de un bocado.
Dentro de las entrañas
del pez unas algas marinas rodearon la cabeza de Jonás. Tenía miedo, todo allí
era oscuro. Pero podía respirar y también podía hablar.
Ahí dentro, en medio del
miedo y la oscuridad Jonás se acordó de
que había desobedecido a Dios y muy arrepentido empezó a orar:
Jonás:
“Desde mi
angustia clamé a Jehová y él procedió a responderme. Desde el vientre del
Seol grité por ayuda. Oíste mi voz.
Narrador: Pasaron tres días y tres noches y el pez
vomitó a Jonás en tierra seca, exactamente en Nínive, la ciudad donde Jehová le
había mandado ir a predicar.
Escena
IV
Narrador: Comenzó Jonás a caminar por la ciudad y
pregonaba diciendo:
Jonás: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida
si no se arrepienten de sus maldades.
Narrador: El mensaje de Jonás llegó hasta el rey de
Nínive que creyó en el mensaje de Jonás y decretó lo siguiente:
Rey: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna, no se
les dé alimento, ni beban agua. Clamemos a Dios fuertemente y arrepiéntanse
cada uno de sus maldades. Para ver si Dios tiene misericordia de nosotros y no
nos destruye.
Narrador: Y vio Dios que se
convirtieron de su mal camino y decidió no destruir a Nínive.
Reflexión:
Finalmente Jonás aprendió que cuando obedecemos a Dios nos va mejor en la vida,
porque él nos guarda del mal y nos cuida. Jesucristo es el mejor modelo de la obediencia, la
biblia dice:
Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió,
y que acabe su obra. (Juan 4:34)
También Jonás comprendió que
cuando nos arrepentimos de nuestros pecados Dios nos perdona.
Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9)