Mamá ratona siempre le
decía a su ratoncito que un enorme gato negro se hacía el dormido en el sofá
del salón y le
advertía de que no podía salir a jugar en la noche.
Sin embargo, al
ratoncito le despertaba mucha curiosidad saber si era verdad lo que su mamá le
contaba.
Por eso una noche,
oculto y silencioso, el pequeño ratoncito asomó el morro por un agujerito. Se apartó
y volvió a asomar el morro por el mismo agujerito. Hasta que finalmente salió
de puntillas para no despertar con el más ligero ruido al gran gato negro.
A cada paso que daba el
ratoncito comenzaba a sentir tanto miedo que decidió dar media vuelta, pero
justo en ese instante se topó de frente con los enormes ojos del gran gato
negro.
El ratoncito soltó un
grito seguido de un saltito y cuando intentó huir sintió un zarpazo en su
rabito.
Con el rabito atrapado
en las garras del gran gato negro, el ratoncito pensó que su vida pendía de un
hilo, pero logró deslizar su rabito y escapar velozmente. Con ese tremendo susto el
ratoncito comprendió lo importante que era obedecer a mamá.
Desde aquel momento
cada vez que el ratoncito asomaba el morro por el agujerito se acordaba de que la desobediencia siempre trae consecuencias.
Autora: María
Abreu
Honra a tu padre y a tu madre, que es el
primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida
sobre la tierra. (Efesios 6:1-3)
Leer el cuento en inglés: The disobedient little mouse
Leer el cuento en inglés: The disobedient little mouse