El té mágico
Los príncipes habían
llegado a la Ciudad Real junto a la joven Jarisna. Allí vivían felices hasta
que un día el rey Alfonso enfermó de gravedad de una extraña enfermedad.
El príncipe Gustavo no
soportaba ver a su padre enfermo, pensaba que la enfermedad era un hechizo de la bruja Marileyda. Lloraba
desconsoladamente pensando que él era el culpable de la situación de su padre.
El príncipe Marcos
también estaba muy angustiado y propuso ir al bosque a buscar plantas
medicinales. Se
marchó al bosque con su hermano, la joven Jarisna y sus dos fieles soldados
montados a lomos de caballos.
Conforme se adentraban
en el denso bosque una sombra los perseguía. De repente una voz rompió el
silencio. Era la bruja Marileyda que decía:
_ ¡Otra vez los
príncipes en el bosque! He sido yo quien lo ha enfermado a tu padre con uno de
mis encantadores hechizos. Prometo que si el príncipe Gustavo se casa con mi
hija lo deshago.
_ ¿Pero cuál es tu
obsesión de que mi hermano se case con tu hija? ¿Dónde está ella? _ preguntó el
príncipe Marcos.
_ Ella está oculta en
una cueva aquí en el bosque. Está sometida bajo un hechizo durante varios años
_ explicó la bruja Marileyda angustiada.
_ ¿Bajo qué hechizo
puede estar tu hija? ¡Tú eres una bruja, puedes romperlo! _ aclaró el príncipe Gustavo muy inquieto.
_ ¡No puedo romperlo!
Cuando comencé a practicar la brujería por error le cayó una pócima mágica a mi
hija y se ha convertido en…. Bueno, mejor no decirlo. Lo cierto es que sólo el
beso de un príncipe de quien ella esté enamorada podrá romper el hechizo. Por
eso no descansaré hasta que el príncipe Gustavo la bese. _ sentenció la bruja
Marileyda.
El príncipe Gustavo
complexión deportiva, alto, fuerte, cabellos negros y ojos marrones, miró a su
hermano y le comentó:
_ Lo siento hermano, me
voy con la bruja, me casaré con su hija.
No puedo soportar ver a mi padre enfermo, no quiero que muera.
_ ¡No hermano, eso
nunca! Buscaremos la forma de romper el hechizo. Nuestro padre se sanará, ya lo
verás. No permitiré que te cases, además nadie sabe en qué está convertida la
hija de esa bruja. Quizás te casarías con un monstruo y eso no lo permitiré _
argumentó el príncipe Marcos.
Al escuchar esto, la
bruja se enojó en gran manera y lanzando un hechizo dijo:
Polvo de cangrejo
Brillo de espejo
Que estos caballos
Y estos soldados
Se conviertan en conejos.
Inmediatamente los dos
soldados y los caballos se convirtieron en conejos provocando que los príncipes
y la joven Jarisna cayeran al suelo. Los conejos se marcharon corriendo a una
madriguera muy asustados.
_ ¿Por qué haces esto
malvada bruja?_ preguntó el príncipe Marcos.
_ Lo hago porque no puedo lanzar mi hechizo sobre ustedes desde
el momento en que el hada de las rosas lanzó el polen mágico sobre mí. Por eso
lo he lanzado sobre sus caballos y sus dos soldados. Hasta luego, que disfruten
estando perdidos en el bosque _ dijo la malvada bruja y convirtiéndose en
un murciélago se alejó del lugar.
_ ¿Y ahora qué hacemos?
¡No tengo ni idea de quién puede ayudarnos!_ clamó el príncipe Gustavo.
_ ¿Qué haremos Jarisna?_
preguntó el príncipe Marcos.
De momento caminaremos
hacia un río, allí podremos beber agua, tengo mucha sed.
Cuando llegaron al río,
la joven Jarisna pidió a los príncipes que se marcharan a buscar frutas. Cuando
éstos se alejaron, Jarisna entonó una canción para pedir ayuda a su amiga, el hada
del río.
Al escuchar la voz de
Jarisna, una hermosa hada, con cola de pez azul, ojos verdes, larga y negra
cabellera salió a la superficie diciendo:
_ ¡Hola sirena Jarisna! ¿En qué puedo ayudarte?
_ ¡Hola hada del río,
necesito que me hagas un favor! El rey Alfonso padre de los príncipes Gustavo y
Marcos está muy enfermo por un hechizo de la bruja Marileyda. No sabemos qué
hacer para romperlo _ declaró la joven Jarisna muy preocupada.
_ Para curar al rey
debes hervir un té mágico con la ayuda de los cuatro elementos: Agua, aire,
fuego y tierra _ dijo el hada del río.
_ ¿Pero cómo lo hago?¬_ preguntó la joven
Jarisna muy inquieta.
_ Lo harás de la
siguiente manera: debes ir a las profundidades del mar, en busca de algas
marinas que son ricas en proteínas y vitaminas. Las puedes encontrar en el
fondo rocoso. Luego debes venir al bosque y dirigirte al Norte en busca de una
planta medicinal llamada guaco que está
sembrada en la tierra. Estas hojas están indicadas para la fiebre y también es
un tratamiento antiespasmódico, debes coger siete hojas _ explicó el hada del
río.
_ ¿Y qué hago con las
algas marinas y con las siete hojas de guaco?_ indaga la joven Jarisna.
_ Después de que
obtengas las plantas debes echarlas en un recipiente con un poco de agua de
este río y ponerlas a hervir en un fogón. El fuego debe ser encendido por una
salamandra, hada del fuego. Luego debes llamar al espíritu del aire para que
sople sobre el té y lleve el olor hasta el rey para que sea aliviado de la
enfermedad _ explicó el hada del río.
_ ¡Gracias amiga, volveré!_
dijo la joven Jarisna.
_ ¡Puedes volver cuando
quieras! Me saludas a tus dos hermanas, sirena Sahira y sirena Rina _ expresó el
hada del río a la vez que se sumergía en las profundidades.
Cuando los príncipes
Marcos y Gustavo llegaron con frutas a la orilla del río, Jarisna les explicó
las cosas que debían buscar y hacer para sanar la enfermedad del rey.
_ ¡Eso es muy complicado!
¿Cómo vamos a encontrar esas algas marinas sino tenemos nada para sumergirnos
en las aguas del mar?_ preguntó el príncipe Gustavo muy preocupado.
_ No lo pongamos tan
difícil, vayamos primero a buscar las algas marinas y luego las hojas de la
planta guaco _ dijo la joven Jarisna.
_ ¿Pero cómo lo
haremos? _ preguntó el príncipe Gustavo.
_ Caminemos hasta la orilla del mar. Ahí
llamaré a un unicornio, el me llevará a buscar un tanque de oxígeno para
sumergirme en las aguas. Buscaré las algas marinas, me encanta nadar_ declaró
la joven Jarisna.
_ ¡Bien, así lo haremos!_
dijeron los príncipes.
Mientras caminaban,
minutos después se les apareció un dragón enviado por la bruja Marileyda. El
dragón volaba sobre ellos y lanzaba un cerco de fuego por su boca.
Muy asustada, mientras
corría, la joven Jarisna produjo un silbido llamando a su amigo unicornio para
escapar del lugar con los príncipes.
_ ¡No tenemos
escapatoria!_ gritó el príncipe Marcos mientras volaba a lomo del unicornio.
_ ¡Ese monstruo nos
está alcanzando! _ gritó el príncipe Gustavo mientras el viento jugaba con su
pelo.
_ Ya estamos volando por
encima del mar. La única solución para salvar nuestras vidas es lanzarnos al
agua _ sugirió la princesa Jarisna.
_ ¡Eso me da miedo, no
sé nadar, prefiero seguir volando montado en el unicornio!_ exclamó el príncipe
Gustavo.
_Hermano no
tenemos escapatoria. Si no te lanzas moriremos quemados por las llamas
_ gritó el
príncipe Marcos mientras lo abrazaba y lo lanzaba junto a él a las aguas.
La joven Jarisna también se lanzó al mar convirtiéndose en
sirena al instante. Bajo el agua, sin ser vista por los príncipes, entonó el
canto de las sirenas.
Cuando sus hermanas la sirena Sahira y la sirena Rina
escucharon el canto comentaron muy preocupadas:
_ ¡Nuestra
hermana está en peligro, debemos ayudarla! _dijo la sirena Sahira.
_ ¡Su canto
viene del Este, naveguemos rápido!_ ordenó la sirena Rina.
Ambas sirenas
comenzaron a nadar hacia el Este y cuando llegaron al lugar encontraron a la
sirena Jarisna y juntas entonaron su canto para dormir a los príncipes.
Este dulce canto
escucha
Como un tierno niño en
su cuna
Duerme bajo la
dulce melodía
Que mañana brillará un
nuevo día
Duerme que el azul del
mar
Te hará dormir y
descansar
Duerme que ya tienes
en tus manos
El descanso tan
anhelado
No es verdad que estás
en peligro
Son cuentos tristes
que te han leído
Duerme que alguien
cuida tus sueños
No creas que Dios está tan lejos
Mientras los
príncipes dormían dentro de una burbuja que flotaba sobre la superficie del
mar, las sirenas vieron al dragón que seguía lanzando fuego. Entonces ellas
optaron por sumergir a los príncipes a las profundidades del mar y llevarlos a
la cueva.
Allí dentro,
la sirena Jarisna comentaba a sus hermanas la enfermedad del rey Alfonso y la
manera de romper el hechizo.
_Te ayudaremos
a buscar las algas marinas; pero no podemos dejar a los príncipes aquí _dijo la
sirena Rina.
_Lo llevaremos
a la orilla del mar. De esa manera no sospecharán que soy una sirena_ propuso
la sirena Jarisna.
Las tres sirenas
nadaron con los príncipes en sus brazos hasta
la orilla del mar. Allí los príncipes despertaron comentando:
_Siento que
tengo la respiración agitada, no se… me siento como si aún estuviera nadando _dijo
el príncipe Gustavo.
_ Menos mal que pudimos escapar de ese terrible dragón… Aunque
la verdad es que no recuerdo cómo lo logramos_ expresó el príncipe Marcos.
_Lo importante es que estamos a salvo. Recuerden que el
unicornio nos ayudó _dijo la princesa Jarisna.
_ ¡Sí, gracias al unicornio azul! _ suspiró el príncipe
Gustavo.
_Príncipes, los dejaré por algunas horas, debo marcharme en
busca de las algas marinas_ dijo la joven Jarisna mientras se montaba a lomo
del unicornio.
Lejos de los príncipes se lanzó
al mar convirtiéndose en una hermosa sirena de larga y rubia cabellera y ojos
azules.
_ ¡Me alegra
que hayas vuelto hermana Jarisna!_ expresó la sirena Rina.
_Nademos en busca de las algas marinas_ decidió la
sirena Sahira.
_ ¡Gracias hermanas por su gran ayuda! _dijo la sirena Jarisna.
_Debemos nadar hacia el Norte, en esa dirección hay un
fondo rocoso donde podremos encontrar las algas_ comentó la sirena Rina.
Conforme iban
nadando se les apareció un pulpo gigante
que extendió sus tentáculos y envolvió a las sirenas por el cuello, impidiendo
que pudieran embrujarlo con su canto.
Unas nereidas de extremada belleza, con el
torso de mujer, cola de pez, piel blanca, ojos verdes, larga y dorada cabellera,
cabalgaban a lomo de caballos marinos. Éstas advirtieron que el pulpo gigante
había atrapado a las sirenas y decidieron ayudarlas.
_ ¡Suelta a
nuestras amigas ahora mismo pulpo malvado!_ ordenó la nereida Silfa.
_ ¡No las
soltaré, además tengo hambre y me las comeré!_ dijo el gigantesco pulpo
moviendo sus tentáculos de un lado a otro y de arriba abajo mareando a las
sirenas.
_ ¡Por última
vez te ordenamos que sueltes a nuestras amigas las sirenas ahora mismo! _mandó la nereida Naida muy enojada.
_ ¡No lo haré!
_se negó el gigantesco pulpo.
Las nereidas se acercaron al pulpo diciéndole:
_ ¡Míranos a
los ojos, te estamos hablando y deja de mover tus tentáculos!
En ese mismo instante, el pulpo miró a las
nereidas a los ojos y quedó hechizado con sus miradas.
_ ¿Qué me han
hecho? ¡Estoy ciego, no veo nada!_ clamó el pulpo soltando a las tres sirenas que
se estaban asfixiando y no dejaban de toser.
_ ¡Sí malvado
pulpo quedarás ciego bajo nuestro embrujo por un mes! _explicó la nereida
Silfa.
_ ¡No por
favor, no me hagan esto! _suplicó el pulpo.
_ ¡Gracias
amigas nereidas por salvarnos la vida!_ dijeron las sirenas.
_ ¡Las amigas
están para ayudarse!_ explicaron las nereidas y se marcharon montadas en sus
caballos marinos para continuar jugando con las olas del mar.
Las sirenas
continuaron nadando hacia el fondo rocoso en busca de las algas marinas hasta
que las encontraron.
_ Gracias
hermanas por ayudarme. Ahora debo marcharme, los príncipes me están esperando_ expresó
la sirena Jarisna.
_Subamos a la
superficie y llamemos a nuestro amigo unicornio_ sugirió la sirena Rina.
Subida a lomos
del unicornio, la sirena Jarisna convertida en una joven llegó a la orilla del
mar.
_ ¡Me alegra que hayas vuelto Jarisna!_ dijo
el príncipe Gustavo.
En ese
instante el príncipe Marcos se le acercó porque algo le llamaba la atención:
_ ¡Jarisna, no
entiendo por qué el color de tus ojos es igual al azul del mar!
_ ¡Un día de
estos lo sabrás! _ dijo Jarisna, y cambiando de tema, agregó: Aquí tengo las
algas marinas, ahora sólo nos faltan las hojas de la planta guaco.
_No sabemos
dónde podemos encontrar esa planta. Lo único que sabemos es que está sembrada en
el bosque… ¿Pero dónde?_ preguntó el príncipe Gustavo mirando de un lado a
otro, intentando orientarse por los puntos cardinales.
_Caminemos
hacia el Sur, quizás por ahí podamos encontrar la hoja de guaco_ sugirió el
príncipe Marcos.
Para su
sorpresa, mientras iban de camino, dos ardillitas se acercaron preguntando:
_ ¿Qué buscan por
aquí, amigos humanos?
_Estamos
buscando una planta que se llama guaco. ¿Saben dónde podemos encontrarla? _indagó el príncipe Gustavo.
_ ¡Claro que
sabemos, conocemos muy bien el bosque!_ dijeron las dos ardillas.
_ Al Norte de este
bosque hay un manzano. En el centro del manzano hay un árbol mágico. Alrededor
de este árbol es donde crecen todo tipo de plantas medicinales que curan toda
clase hechizos y enfermedades_
explicaron las dos ardillas.
_ ¡Muchas gracias lindas ardillas!_ dijo el príncipe
Gustavo dando la espalda para marcharse.
_ Espera, antes de entrar al manzano deben pedir permiso a
las tres hadas que lo cuidan _
advirtieron las dos ardillas.
_ ¡Gracias por la aclaración! _ expresó el príncipe Marcos.
_ ¡Queremos ir con ustedes! Nosotras estamos un poco
aburridas y necesitamos un poco de diversión _ comentaron las dos ardillas.
_ ¡Ok, pueden acompañarnos! _ susurró la joven Jarisna.
Caminando hasta el agotamiento, al fin llegaron al manzano.
Cuando intentaron entrar se cruzaron con las tres hadas: Orquídea, Dalia y
Margarita, todas ellas altas, elegantes y de increíble belleza.
_ ¿Qué quieren de este manzano? ¡Está prohibido acercarse a él!_ advirtió el
hada Dalia.
_Hemos venido en busca de siente hojas de la planta guaco,
la necesitamos para curar la enfermedad de nuestro padre_ explicó el príncipe
Gustavo mirando al hada Dalia fijamente a los ojos.
_ ¿Y quién les ha dado permiso para venir en busca de esas
hojas? _preguntó el hada Orquídea.
_Realmente nadie nos ha dado permiso; pero hemos venido por
necesidad y urgencia. Le pedimos que tomen en consideración nuestra petición_
suplicó el príncipe Marcos mirando al hada Orquídea a los ojos.
_Lo sentimos mucho; pero sin el permiso del hada del bosque
no podemos darle las siete hojas de la planta guaco_ dijo el hada Margarita.
_ ¡Les aconsejamos que vayan y pidan permiso al hada del
bosque!_ sugirió el hada Dalia.
_ ¿Pero dónde podemos encontrarla?_ preguntó la joven Jarisna.
_Den una vuelta por los lugares más frondosos del bosque,
allí estará el hada del bosque _ indicó el hada Orquídea.
Todos se marcharon del lugar y conforme iban caminando
escuchaban el cantar de los pájaros, el sonido del viento, las ramas de los
árboles bailando la melodía del viento y el olor de las flores que cada vez era
más intenso.
Encontraron al hada del bosque regando los árboles con un
mágico rocío que salía de sus manos.
Al verla, todos quedaron impresionados por su belleza
destacando su hermosa mirada y su andar harmonioso. Ésta, les pregunto:
_ ¿Qué buscan los príncipes por este lugar?
_Necesitamos tu permiso para poder entrar al manzano y
buscar unas hojas _ explicó el príncipe Marcos, cansado y triste.
_ Estuve en el jardín del castillo. Desde ahí pude observar
a tu padre enfermo _ declaró el hada del bosque que tenía poderes de
clarividencia. Y agregó: Sólo el príncipe Gustavo puede entrar a coger las
hojas, porque por su causa la bruja Marileyda lanzó el hechizo sobre su padre.
_ ¡Gracias hada del bosque! _ exclamó el príncipe Gustavo.
Después de haber cogido las hojas se marcharon a la orilla
del río. Allí hicieron el fogón para hervir el té mágico con las algas marinas
y las hojas de la planta guaco.
Cuando el fogón ya estaba preparado Jarisna entonó un canto
que sólo el hada del río pudo escuchar. Ésta a su vez, llamó al hada del fuego que
lanzando fuego sobre la leña consiguió que el té comenzara a hervir.
Cuando el té
mágico hubo hervido lo suficiente, el hada del fuego produjo un extraño sonido
llamando al espíritu del aire. Este último llegó con un suave silbido y se
encargó de soplar sobre el té para que su aroma llegara al rey Alfonso y le
aliviara de su enfermedad.
Mas la bruja Marileyda que colgaba boca abajo de la rama de
un árbol no entendía lo que estaba sucediendo. Asustada, decidió volver a su
cueva y se alejó de los príncipes.
Cuando el té mágico estuvo listo, los príncipes se
dispusieron a llevar una vasija llena
para dárselo a probar a su padre, el rey Alfonso.
_Esperen…. Primero, debemos recuperar nuestros caballos y a
los dos soldados que la bruja convirtió
en conejos. ¡No podemos marcharnos sin ellos!_ advirtió el príncipe Marcos.
Buscando alguna madriguera, se toparon con un conejo blanco
que les preguntó:
_ ¿Qué buscáis humanos por nuestra madriguera?
_Estamos buscando cinco caballos y dos soldados que fueron
convertidos en conejos por causa de un hechizo_ explicó la joven Jarisna.
_ ¡Oh, creo que sé cuáles son esos conejos! Son unos que
llegaron a nosotros muy asustados, pero son mudos. Nosotros le hemos cuidado y
le hemos dado a comer zanahorias. ¡Vengan, acérquense, se los mostraré!_ expuso
el conejo blanco.
El príncipe Gustavo
se acercó a los conejos embrujados y emocionado gritó:
_ ¡Son ellos! ¿Ahora cómo romperemos el hechizo? _preguntó
el príncipe Gustavo.
_ ¡Tengo una idea, les daré a beber un poco del té mágico a
ver si funciona! _dijo la joven Jarisna.
_ ¡Buena idea!_ susurró el príncipe Marcos.
La joven Jarisna se acercó a los conejos embrujados y éstos
bebieron. Inmediatamente se rompió el hechizo volviendo de nuevo a su estado natural.
_ ¿Qué ha pasado?_ preguntó el soldado Leandro.
_Es una historia muy larga. Más tarde se la contaremos. Ahora
debemos macharnos_ propuso el príncipe Marcos.
Los príncipes dieron gracias al conejo blanco y salieron de
la madriguera montados en sus caballos dirigiéndose a la Ciudad Real.
Cuando llegaron encontraron al rey Alfonso postrado en cama,
pero su respiración había mejorado. Prontamente le dieron a beber del té mágico
y el rey se sanó de su extraña enfermedad.
Ese día en el castillo se hizo una gran fiesta por la salud
recuperada del rey y todos bailaron y comieron muy felices.
Autora: María Abreu
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