En una extensa selva
vivía el mono Copito. Era divertido y simpático. Y a pesar de que era un mono
amigable los demás animales de la selva lo miraban con temor y desconfianza.
Copito era un mono albino, todo
su pelaje era blanco como la nieve e incluso sus pestañas eran blancas. Este
color le hacía ser diferente a los demás monos negros de la selva.
Cuando las aves veían a
Copito trepar por los árboles agitaban sus alas y rápidamente volaban. Otras
gorjeaban con voz temblorosa de miedo.
Todo este rechazo le
estaba borrando la sonrisa a Copito y tristemente se colgó de una rama y comenzó
a llorar. Su madre al verlo en la rama se acercó y tocándole el hombro comenzó
a explicarle:
_ Copito, todos tenemos
un color diferente, unos más claros, otros más oscuros. Pero lo que realmente
importa son los sentimientos que llevamos dentro.
Con este consejo el
mono Copito saltó al suelo jugando y saltando muy animado. Sin embargo, los
animales tenían miedo de jugar con él porque nunca habían visto un mono albino.
Una noche Copito decidió caminar por la selva en
busca de jugosas frutas caídas al suelo.
Un león que estaba al acecho de una presa al ver la figura blanca de Copito
en medio de la noche gritó:
_ ¡Un fantasma, un
fantasma!
Dicho esto el león
salió corriendo tan deprisa que el viento le despeinó la melena. También Copito
salió corriendo pensando que realmente había un fantasma hasta que minutos
después se dio cuenta que quizás el león se había referido a él. Y una vez más
se sintió rechazado.
A partir de todos estos
acontecimientos Copito no quería salir de casa construida en un árbol. Estaba
solo y triste sin tener con quien jugar. Mas la madre lo observaba intentando buscar
una solución para que los animales entendieran la diversidad.
_ ¡Tengo un plan!_
suspiró la madre acordándose del cumpleaños de Copito.
Desde
ese momento comenzó a preparar la fiesta de cumpleaños
de Copito. Invitó a las mariposas de diferentes colores, a las flores
de diversas tonalidades, convenció a las aves de distintos colores y finalmente a los animales de diferentes
razas.
El
día del cumpleaños de Copito había llegado y la madre lo llevó al lugar más
llano de la selva donde le tenía preparada la sorpresa de cumpleaños con una
rica tarta de fresas.
Cuando
todos los invitados llegaron la madre de Copito puso música y comenzó a cantar
con las aves:
Yo estoy encantado,
de ser negrito
Yo estoy encantado,
de ser blanquito
Alto, bajito, gordito
y flaquito, saltamos
//Ser diferente es
bueno y nos amamos//
En
ese instante, Copito saltó desde una rama y con una gran sonrisa comenzó a
bailar. Los invitados sólo observaban hasta que se animaron a bailar con Copito
haciendo amistades entre todos y claro… comiendo la rica tarta de fresas.
Finalmente
descubrieron que
la diversión es la distancia más corta para unir la diversidad de razas.
Autora:
María Abreu
Siempre
humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. (Efesios 4:2)