Sobre los prados de un
cercano bosque caían los copos de nieve
formados por pequeños cristales de hielo. Los copos descendían y empezaban a
cubrir la superficie del prado con un gran manto blanco.
Dentro de una
madriguera, un armiño movía su colita con mucha alegría y corría hacia la
puerta para ver caer la nieve.
_ ¡Guau!_ exclamó con
asombro y admiración.
Sus ojos no se cansaban
de ver caer la nieve hasta que se le ocurrió salir a jugar. La nieve era tan blanca
y esponjosa que el armiño dejaba huellas tras sus pasos.
_ ¡Oh! _ expresó
sorprendido.
El armiño no perdió
tiempo y comenzó a divertirse: lanzaba bolas de nieve a los matorrales, construía muñecos de nieve y finalmente y lo más
divertido… subió a una montaña y comenzó a deslizarse en trineo.
Pasadas unas horas
cuando el armiño regresaba a casa
con su trineo se percató de que un lobo feroz lo estaba observando detrás de unos matorrales así que soltó el trineo y corrió
lo más rápido que pudo y se metió en su madriguera.
Muy asustado dentro de
su madriguera se miraba en el espejo para comprobar que su blanquísima piel
tuviera limpia. Luego con delicadeza deslizó las puntas de sus dedos sobre su
cuerpo para examinar que su blanco pelaje aún estuviera suave.
Todo esto porque quería
asegurarse de que no se había ensuciado en la huida ya que le gustaba estar
siempre blanco y limpio.
La nieve seguía cayendo
acompañada de un silencio absoluto. Hacía
frío así que el armiño se preparó una rica cena y un té caliente. Luego se fue
a dormir en su delicada cama construida con blanca lana.
Al día siguiente el
armiño se asomó a la puerta de su madriguera y descubrió que la nieve estaba
compacta y lisa. Se había formado una capa de hielo superficial sobre la tierra.
_ ¡Yupi!_ gritó con
alegría.
El armiño muy
entusiasmado supo que era la ocasión ideal para salir a practicar snowboard. Muy
entusiasmo y sin perder tiempo agarró su
tabla de snowboard y se fue a la montaña.
Pero, mientras el armiño
se divertía el lobo feroz se acercó a la madriguera y le tapó la puerta con basura
y lodo. Luego se escondió detrás de unos pequeños matorrales a esperar a que el
armiño llegara para atacarle.
Pasadas las horas el
armiño regresó a su madriguera moviendo su colita de felicidad por el día tan
bueno que había disfrutado. Pero sorpresivamente descubrió la puerta de su
madriguera tapada con lodo y seguidamente detrás de él escuchó:
_ ¡Eh!
El armiño muy asustado
miró el lobo feroz y luego la puerta de su madriguera cubierta de lodo
preguntándose:
_ ¿Qué debería hacer? ¿Luchar contra el lobo o
darme prisa y quitar el lodo de la puerta aunque se ensucie mi blanca piel?
¿Amiguito/a, tú qué harías en esta situación? ¡Ayuda al armiño a
tomar la mejor decisión…!
Autora: María
Abreu
Por tanto os digo: No
os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por
vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el
cuerpo más que el vestido? (Lucas 12: 25)