Caminaba Adán placenteramente por el jardín del Edén y ponía nombre a cada animal que se encontraba a su paso. Un día, cuando acariciaba la melena de un león repentinamente se le apareció un ángel anunciando:
_ Adán, vengo a comunicarte
que Dios te dará una compañera para que no estés solo.
_ ¿Una compañera? _
preguntó Adán sorprendido.
_ ¡Sí Adán, una compañera! _ afirmó el ángel.
_ ¡Sí Adán, una compañera! _ afirmó el ángel.
_ ¿Y para qué quiere
Dios darme una compañera? _ indagó Adán con mucha curiosidad.
_ ¡Para que te lave la
ropa! _ certificó el ángel.
_ ¡Oh! _suspiró Adán,
quedando boquiabierto.
_ También te cocinará y
tendrá la comida lista en la mesa, para cuando llegues de trabajar_ expuso el
ángel.
_ ¿Eso hará ella por mí?
_ preguntó Adán lleno de alegría.
_ ¡Sí, Adán! ¡También te planchará la ropa y te arreglará la cama! _ declaró el ángel.
_ ¿Y qué
más hará? _ curioseó Adán con mucho interés.
_ ¡Cada vez que llegues del trabajo a casa, ella estará guapa y perfumada! _ comentó el ángel.
_ ¿Guapa y perfumada? _ preguntó Adán emocionado.
_ ¡Sí, y también te
dará masajes cuando llegues cansado!_ apuntó el ángel.
_ ¿Uhm…Y cuánto me costará todo eso?_ preguntó
Adán impaciente.
_ ¡Te costará una costilla!_ reveló el ángel.
Autora: María Abreu
Y de la costilla que el SEÑOR Dios había tomado del hombre,
formó una mujer y la trajo al hombre. (Génesis 2: 22)