Sentada sobre la roca
de una isla, la descubrió peinando su largo cabello ondulado como las olas, miró
sus ojos azules salvajes como el mar y la parte inferior del cuerpo que se
movía de derecha a izquierda
cubierta
con el agua.
_ ¿Eres una sirena? _
preguntó el marinero.
_ ¡Las sirenas sólo
existen en los cuentos fantásticos!_
respondió ella con dulce voz.
Seguidamente comenzó a
adornar su pelo con pequeños corales mientras le contaba leyendas de marineros y
sirenas.
_ ¡Juraría que eres
una sirena!_ afirmó el marinero.
Mas ella sólo sonreía con sus ojos y guardaba silencio.
_ ¡No puedes negar tu
propia existencia!_ comentó el marinero.
Al escuchar esto, unas lágrimas
comenzaron a caer de sus ojos.
_ ¡Disculpa si te he
ofendido, no quiero verte llorar!_ se lamentó el marinero.
Pero ella con una atractiva
sonrisa le pidió que le hiciera una pulsera entregándole sus lágrimas que se
habían convertido en perlas.
El marinero se
sorprendió con el acontecimiento y con las perlas en sus manos suspiró y dijo:
_ ¡Esto parece un
sueño!
_ Pues… Persigue tus
sueños, para que puedas encontrar tu destino_ sugirió ella y posteriormente
se lanzó a las profundidades del agua.
Autora: María
Abreu
Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la
mujer que teme al Señor es digna de alabanza. (Proverbios 31:30)