Desde un viejo castillo
se escuchan los sonidos más espeluznantes bajo la ligera luz de la luna. El
aire, sí, el aire frío, hacía que esos tenebrosos sonidos viajaran y llegaran hasta
las casas de los habitantes del pueblo cercano.
A veces, algunos
habitantes del pueblo consiguieron ver una figura blanca que volaba por los
alrededores del castillo. También por momentos distinguieron unos ojos
brillantes y alargados que se asomaban por la ventana acompañados de un aterrador
sonido.
_ ¡Es un fantasma!_ exclamaban algunas personas atemorizadas.
_ ¡Parecen gritos de
brujas!_ decían otros acobardados.
_ ¡Es el fantasma de la ópera!_ bromeaba el viejo Baldomero sin miedo
alguno.
Sin embargo, nadie
jamás había declarado escuchar algo igual. Por lo que la situación era
inquietante y el miedo seguía aumentando entre los habitantes del pueblo.
Una noche, un joven
llamado Martín se envalentonó y reunió a unos hombres y mujeres para que
subieran con él al castillo para cazar el fantasma.
Cuando la manecilla
del reloj rozaba la media noche el joven Martín se marchó con sus seguidores al
viejo castillo alumbrando el camino con linternas.
No obstante, entre los
matorrales, el miedo era tan grande, que hasta el salto de una rana, la luz
amarilla de una libélula o el crujir de las hojas secas bajo sus pies les hacían
saltar de miedo e incluso las linternas se les caía de sus manos temblorosas.
En cada paso, la noche
se tornaba fría, oscura y silenciosa…, y
por momentos, el
silencio de la noche era desgarrado por los terroríficos gritos procedentes del
viejo castillo. Pero Martín y sus acompañantes no retrocedieron y
continuaron su camino.
Cuando llegaron al
castillo se detuvieron frente a la gigantesca puerta cubierta por telarañas y
mirándose unos a otros con voz temblorosa se preguntaban:
_ ¿Quién entra primero?
_ ¡Martín!_
respondieron todos titiritando de miedo.
Con el pánico
invadiéndole en lo más profundo de su ser a Martín no le quedó más remedio que
asumir el reto. Dando unos pasos hacia adelante se hacía hueco entre las
telarañas de la puerta para poder entrar al castillo.
De pronto, un sonido
seguido de un espantoso grito chirriante, luego la temible figura blanca flotaba
alrededor de ellos. Todos saltaban, gritaban, se abrazaban, se apretaban las
manos. Y Martín protestó:
_ ¡Enciendan las
linternas!
Se volvió a escuchar el
grito lastimero y estridente y Martín logró alumbrar al fantasma haciendo un gran descubrimiento. Era una blanca lechuza que más que volar parecía que flotaba cazando insectos.
_ ¡Aaaaahhhh!_
suspiraron todos con la mano en el pecho.
Desde ese descubrimiento
todos dormían tranquilos en el pueblo incluyendo el viejo Baldomero que nunca
creyó en los fantasmas.
Amiguito/a cuando veas
una figura blanca en la oscuridad o escuches sonidos raros debes estar
tranquilo, porque quizás una lechuza
se ha metido por algún agujero de la casa simplemente buscando insectos. ¡Es mejor vivir
sin miedo!
Autora María
Abreu
En paz me acostaré, y asimismo dormiré;
Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado. (Salmos 4:8)
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