Cuentos clásicos

jueves, 20 de octubre de 2016

EL ARMIÑO Y LA NIEVE


Sobre los prados de un cercano bosque caían los copos de nieve formados por pequeños cristales de hielo. Los copos descendían y empezaban a cubrir la superficie del prado con un gran manto blanco.

Dentro de una madriguera, un armiño movía su colita con mucha alegría y corría hacia la puerta para ver caer la nieve.

_ ¡Guau!_ exclamó con asombro y admiración.

Sus ojos no se cansaban de ver caer la nieve hasta que se le ocurrió salir a jugar. La nieve era tan blanca y esponjosa que el armiño dejaba huellas tras sus pasos.

_ ¡Oh! _ expresó sorprendido.

El armiño no perdió tiempo y comenzó a divertirse: lanzaba bolas de nieve a los matorrales,  construía  muñecos de nieve y finalmente y lo más divertido…  subió a una  montaña y comenzó a deslizarse en trineo.

Pasadas unas horas cuando el armiño regresaba a casa con su trineo se percató de que un lobo feroz lo estaba observando detrás de unos matorrales así que soltó el trineo y corrió lo más rápido que pudo y se metió en su madriguera.

Muy asustado dentro de su madriguera se miraba en el espejo para comprobar que su blanquísima piel tuviera limpia. Luego con delicadeza deslizó las puntas de sus dedos sobre su cuerpo para examinar que su blanco pelaje aún estuviera suave.

Todo esto porque quería asegurarse de que no se había ensuciado en la huida ya que le gustaba estar siempre blanco y limpio.

La nieve seguía cayendo acompañada de un silencio absoluto.  Hacía frío así que el armiño se preparó una rica cena y un té caliente. Luego se fue a dormir en su delicada cama construida con blanca lana.

Al día siguiente el armiño se asomó a la puerta de su madriguera y descubrió que la nieve estaba compacta y lisa. Se había formado una capa de hielo superficial sobre la tierra.

_ ¡Yupi!_ gritó con alegría.

El armiño muy entusiasmado supo que era la ocasión ideal para salir a practicar snowboard. Muy entusiasmo y  sin perder tiempo agarró su tabla de snowboard y se fue a la montaña.

Pero, mientras el armiño se divertía el lobo feroz se acercó a la madriguera y le tapó la puerta con basura y lodo. Luego se escondió detrás de unos pequeños matorrales a esperar a que el armiño llegara para atacarle.

Pasadas las horas el armiño regresó a su madriguera moviendo su colita de felicidad por el día tan bueno que había disfrutado. Pero sorpresivamente descubrió la puerta de su madriguera tapada con lodo y seguidamente detrás de él escuchó:

_ ¡Eh!

El armiño muy asustado miró el lobo feroz y luego la puerta de su madriguera cubierta de lodo preguntándose:

_  ¿Qué debería hacer? ¿Luchar contra el lobo o darme prisa y quitar el lodo de la puerta aunque se ensucie mi blanca piel?

¿Amiguito/a, tú qué harías en esta situación? ¡Ayuda al armiño a tomar la mejor decisión…!

Autora: María Abreu


Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? (Lucas 12: 25)


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