Cuentos clásicos

domingo, 31 de enero de 2016

Los sueños rotos de un niño


No entendía a partir de qué momento la vida dejó de tener importancia. Los sonidos de los disparos y las explosiones de las bombas hacían eco en su corazón.


_ ¡La vida es lo más importante!_ siempre había escuchado decir ¿Pero cómo mantenerse a salvo?

Escondido debajo de un coche, unas gotas de sangre le salpican la cara. Los gritos de terror y miedo le hacen cerrar los ojos por segundos.

Luego un silencio… parece que todo vuelve a la normalidad; pero siente cómo unas manos lo sacan de debajo del coche. Son sus padres que lo llevan en brazos, corriendo, tapándole la cara. ¡Apenas tiene ocho años de edad!

De repente, descubre que está en el mar dentro de una pequeña barca, flotando sobre profundas y frías aguas. Tiene mucho frío, sólo está cubierto con una fina manta.

Sus padres huyendo de la guerra junto a muchas personas más navegan sobre el mar hacia otro país en busca de refugio.

Mas las olas… golpean una y otra vez la pequeña barca. Cierra y abre los ojos y ve el mar, cierra y abre los ojos y otra vez el mar, el mar…

_ ¡Si los sueños alimentan el alma, soñaré con ir a la escuela, todas las mañanas… algún día!_ pensó, y luego se durmió.

Autora: María Abreu

Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. ( Isaías 40: 29)

Leer el cuento en inglés: The Broken Dreams of a Child




miércoles, 6 de enero de 2016

El marinero y la sirena


Sentada sobre la roca de una isla, la descubrió peinando su largo cabello ondulado como las olas, miró sus ojos azules salvajes como el mar y la parte inferior del cuerpo que se movía de derecha a izquierda cubierta con el agua.


_ ¿Eres una sirena? _ preguntó el marinero.

_ ¡Las sirenas sólo existen en los cuentos fantásticos!_ respondió ella con dulce voz.

Seguidamente comenzó a adornar su pelo con pequeños corales mientras le contaba leyendas de marineros y sirenas.

_ ¡Juraría que eres una sirena!_ afirmó el marinero.

Mas ella sólo sonreía con sus ojos y guardaba silencio.

_ ¡No puedes negar tu propia existencia!_ comentó el marinero.

Al escuchar esto, unas lágrimas comenzaron a caer de sus ojos. 

_ ¡Disculpa si te he ofendido, no quiero verte llorar!_ se lamentó el marinero.

Pero ella con una atractiva sonrisa le pidió que le hiciera una pulsera entregándole sus lágrimas que se habían convertido en perlas.

El marinero se sorprendió con el acontecimiento y con las perlas en sus manos suspiró y dijo:

_ ¡Esto parece un sueño!

_ Pues… Persigue tus sueños, para que puedas encontrar tu destino_ sugirió ella y posteriormente se lanzó a las profundidades del agua.


Autora: María Abreu


Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza. (Proverbios 31:30)