_ ¡Tenemos que terminar
con esta situación! ¡Necesito dormir!_ rugió un tigre.
_ ¿Qué podemos hacer? _
preguntó un flamenco.
_ ¡No lo sé, pero esto
tiene que terminar!_ pronunció una cebra con su pijama puesto.
_ La mejor solución es
unirnos para terminar con este problema_ ideó una pantera.
Los animales nerviosos caminan
de aquí para allá y de allá para acá intentando buscar una salida que les
permitiera recuperar el sueño.
Más en medio de la
situación unas hienas no paraban de
reírse.
_ ¿Por qué se burlan? _ preguntó un jaguar.
_ ¡Es que todas las
noches es lo mismo! ¡Aquí no hay quien duerma!_ respondieron las hienas entre
risas.
Los animales muy intranquilos
chillaban, rugían, berreaban y aullaban de los nervios.
_ ¡Llevamos mucho
tiempo sin poder dormir!_ baló una cabra en medio de un lamento.
_ ¡Tranquilos, ya tengo
la solución!_ dijo el tigre muy listo.
_ ¿Cuéntanos,
cuéntanos?_ preguntaban los animales con mucha curiosidad.
_ ¡Pediremos ayuda a
una lechuza!_ explicó el tigre.
El tigre contó el plan
a los demás animales y luego se marchó en busca de la lechuza en medio de la
oscura noche.
La encontró en el hueco
de un gran árbol y le pidió ayuda. Ésta aceptó y caminaron juntos hacia la
orilla del río y ahí encontraron el problema.
Allí un hipopótamo
dormía produciendo grandes ronquidos lo que impedía que los demás animales
pudieran conciliar el sueño.
_ ¡Uh uh!_ le cantó la
lechuza al oído.
En ese instante el
hipopótamo despertó y minutos después se volvió a dormir sin roncar.
Pero al poco tiempo se
volvió a repetir la misma situación anterior, pero esta vez los ronquidos iban
en aumento. Y la lechuza volvía de nuevo a susurrarle.
_ ¡Uh uh!
La lechuza pasó toda la
noche en vela susurrando al hipopótamo siempre que comenzaba a roncar. Y, por
eso, desde esa misma noche se convirtió en la guardiana de los sueños. ¡Ssss! ¡Todos duermen!
Autora: María
Abreu
En paz me acostaré y
asimismo dormiré; porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado. (Salmos 4:8)