Dentro del interior de
un gran árbol vivía un duende burlón y descarado. Muchas veces utilizaba su
poder para divertirse haciendo diferentes travesuras.
Un día, aburrido, decidió asustar a los animales del bosque para
divertirse un poco. La primera víctima que vio fue un sapo. El duende
convertido en una serpiente comenzó a silbar:
....
_ ¡Sssssss!
En ese momento el sapo
que estaba croando cerca de un charco de agua al descubrir la serpiente dio un gran salto
y permaneció escondido dentro del charco muy asustado.
El duende rió por unos
momentos y, para su sorpresa, cerca de allí, vio a dos ratones que estaban musitando
al lado de su casita. El duende convertido en un gato les maulló:
_ ¡Miau!
Los ratones rápidamente
corrieron intentando entrar por el agujero al mismo tiempo. El que más empujó fue
el que primero entró.
El duende agarrándose
la barriga se tiró al suelo sin parar de reír. Esto empezaba a ser divertido y
por eso decidió continuar con sus travesuras.
Caminó mas adelante y vio
a una cabra comiendo hierbas. El duende convertido en un lobo aulló:
_ ¡Auuuu!
La cabra al salir
corriendo chocó con el tronco de un árbol y baló; pero siguió corriendo por
miedo a que el lobo se la comiera. El
duende no paró de reír.
Un hada muy enojada por
las pesadas travesuras del duende y conociendo que éste le tenía mucho miedo a
los gigantes decidió enviarle uno.
El gigante fue a
buscar al duende y al encontrarlo de camino intentó hablarle; pero el duende comenzó a
correr muy asustado.
Mientras el duende corría a toda prisa, el gigante apenas tuvo que dar algunos pasos para agarrarlo con dos dedos y afirmó:
Mientras el duende corría a toda prisa, el gigante apenas tuvo que dar algunos pasos para agarrarlo con dos dedos y afirmó:
_ ¡Tienes miedo!
El duende temblaba de
miedo y no le salían las palabras.
_ ¡No hagas a los demás
lo que no quieres que te hagan a ti!_ dijo el gigante y dejándole
en el suelo se marchó.
Desde ese momento
volvió la tranquilidad al bosque porque el duende dejó de hacer sus pesadas
bromas.
Autora: María
Abreu
Amarás
a tu prójimo como a ti mismo (Mateo 22:39)