Cuentos clásicos

viernes, 30 de mayo de 2014

La princesa que no quería envejecer


En un gran castillo vivía una joven princesa la cual todos los días miraba en el espejo sus ojos verdes, su largo pelo negro y su cuerpo escultural. Era consciente de su belleza y le preocupaba mucho envejecer; por eso vivía obsesionada con ponerse cremas antiarrugas dos veces al día.

Hasta que un día se cansó de las cremas y los tratamientos de belleza; por esa razón  llamó a uno de sus consejeros para que le diera alguna idea para no envejecer y éste le dijo:

_ Hay un árbol que a las 12:00 en punto de la noche, en su copa nace una hermosa flor blanca, la cual cae al suelo y aquél que logre agarrarla podrá pedir cualquier deseo y le será cumplido.

_ ¿Y cómo se llama ese árbol? _ preguntó la princesa esperanzada.

_ Es el bambú_ respondió el joven consejero.

_ El bambú no tiene flores_ expuso entre dudas la princesa.

_ Sí que la tiene, pero es un gran misterio_ susurró el joven consejero.

_ Entonces llévame a ese lugar para pedir mi más anhelado deseo_ indicó la princesa.

Y así lo hicieron, cada  noche montado a caballo el joven consejero la llevaba al bosque, allí permanecía la princesa con su mirada fija en el bambú para ver el nacimiento de la blanca flor. Sin embargo el joven consejero se quedaba  mirándola fijamente.

Pero conforme iban pasando los meses la princesa se desesperaba y lloraba con la cabeza recostada en el tronco del bambú; porque a las 12:00 de la noche la blanca flor nunca aparecía. Y el joven consejero al ver su sufrimiento se acercó y con voz dulce le dijo:

_ Princesa, es hora de irnos al castillo.

_ No me quiero ir. ¿No ves que van pasando los años? Me saldrán arrugas, me dolerá la cadera y no podré usar tacones; todo por la vejez_ decía la princesa entre lágrimas.

_ No te preocupes por la vejez y, si llega, acéptala de una manera natural dando gracias por todo lo vivido. Realmente basta con sacarle el máximo provecho al día de hoy y ser feliz_ explicaba el joven consejero.

_ ¡No, tú no me entiendes!_ gritó la princesa angustiada.

En ese mismo instante, unos pajaritos se posaron sobre las ramas del bambú e hicieron caca que cayó sobre el hombro de la princesa. Ésta entre gritos, llamó al joven consejero el cual llegó corriendo; pero acto seguido los pajaritos repitieron la misma acción sobre la princesa.

Sin embargo, esta vez, la princesa comenzó a sonreír y al mirar hacia arriba vio que los pajaritos comenzaban a agitar sus alas para irse al sentirse descubiertos.

Entonces la princesa al ver que se escapaban comenzó a correr detrás de ellos entre risas.

Mientras iba corriendo reflexionaba sobre las cosas importantes de la vida y empezó a sentirse libre. En ese instante, cambió de rumbo corriendo con los brazos abiertos hacia el joven consejero.

Éste sentado en el suelo la observaba atónito y, su reacción fue levantarse y esperarla con los brazos abiertos. Se fundieron en un abrazo y segundos después la princesa mirándole a los ojos le dijo:

_ ¡Gracias por este gran momento! El ser humano primero es y, luego decide ser. Mas yo decido ser feliz en mi juventud sin preocuparme tanto por la vejez. Y… definitivamente quiero ser feliz a tu lado.

El joven consejero se quedó sin palabras por unos segundos ante la declaración de la princesa.

_ Yo también quiero ser feliz a tu lado, pues siempre te he amado_ expresó el joven consejero y en ese momento se besaron.

 Los jóvenes se casaron y fueron muy felices incluso en la vejez.

Autora: María Abreu

La gloria de los jóvenes radica en su fuerza; la honra de los ancianos, en sus canas. (Proverbios 20:29)



cuentos para dormir, cuentos infantiles cortos,  cuentos infantiles para leer, cuentos infantiles tradicionales, cuentos para niños cortos, cuentos para niños de primaria, cuentos para niños de preescolar