Cuento sobre el autocontrol
Ramón, un niño de 13
años era atacado continuamente por el asaltante del silencio y, ese asaltante
era la Ira que vivía dentro de otro compañero
de clases llamado Perencejo.
Perencejo cuando se
irritaba arrugaba el rostro y se ponía muy, pero que muy feo y cuando hablaba
aumentaba mucho el tono de su voz, también hacía gestos súper exagerados
cuando insultaba a Ramón.
Pero ante los insultos, Ramón no le respondía de la misma manera para no poner en peligro su
tranquilidad.
Aunque mantener esa
tranquilidad a veces era muy difícil; por eso un día pensó en una estrategia
para eliminar cualquier resentimiento y odio dentro de él cuando fuera
insultado con grotescas palabras.
Así que cada vez que era insultado, en lugar de ponerse triste y comenzar a llorar,
se mostraba racional, indolente y tranquilo.
Y esto causó un efecto
tan grande y desbastador sobre la Ira de Perencejo, que al no sentirse
correspondida, se asfixió en sí misma y explotó desapareciendo por completo.
Autora: María
Abreu
La blanda respuesta
quita la ira, mas la palabra áspera hace subir el furor (Proverbios 15:1)