Juana estaba preocupada
porque su hijo Lucas no había llegado a casa a la hora acostumbrada después de
salir de la escuela.
La espera se le hacía
eterna y seguían pasando los minutos. Pero de repente le vio llegar y corrió a
su encuentro preguntándole:
_ ¿Hijo; por qué has llegado tan tarde?
_ ¿Hijo; por qué has llegado tan tarde?
_ Lo siento mamá es que
Luis se había caído y, vi que algunas personas lo señalaban, otros se reían y
uno lo culpaba.
_ ¿Y tú qué hiciste?_
preguntó la madre.
_ ¡Le ayudé a levantarse y le limpié
las heridas!
Autora: María
Abreu
El Señor sostiene a
todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos. (Salmos 145:14)