Un hermoso halcón llevaba tiempo anidado en la
repisa del ventanal de la magnífica catedral de la ciudad.
Desde allí contemplaba cada día a los turistas de diferentes países que disfrutaban y sonreían tomándose fotos con la catedral de fondo.
Desde allí contemplaba cada día a los turistas de diferentes países que disfrutaban y sonreían tomándose fotos con la catedral de fondo.
Pero a pesar de todo el halcón se sentía solo,
aburrido y con miedo de volar.
Un día una paloma vecina que llevaba tiempo observándole se acercó diciéndole:
Un día una paloma vecina que llevaba tiempo observándole se acercó diciéndole:
_ ¡Tú puedes
ser y hacer todo lo que deseas! La vida es como esa
flor que se abre con muchos pétalos y oportunidades y si no las aprovechas se
marchitan y dejan de existir. El halcón con
tristeza la miraba fijamente y le decía:
_ ¡Tengo
miedo a volar! ¡No sé qué hay más allá de éste ventanal!
_ ¡Tu vida no es
el miedo, sino una vida elevada y victoriosa! _ indicó la paloma
mientras se marchaba.
Pero el halcón seguía aferrado a sus miedos, con la
misma rutina, alimentándose sólo de los insectos que encontraba cerca.
Una mañana, desde el ventanal, observaba a las personas montadas en el
tren turístico que escuchaban atentamente la historia de cada lugar que les
mostraban.
En ese instante, el halcón empujado por el deseo de salir de la rutina decidió agitar sus alas fuertemente. Todos los turistas miraron hacia el ventanal maravillados por la agilidad y hermosura del halcón le empezaron a hacer fotos y vídeos.
En ese instante, el halcón empujado por el deseo de salir de la rutina decidió agitar sus alas fuertemente. Todos los turistas miraron hacia el ventanal maravillados por la agilidad y hermosura del halcón le empezaron a hacer fotos y vídeos.
Mas el halcón con gran decisión extendió sus
alas al viento y comenzó a volar a gran altura. Luego utilizó su tercer
párpado para limpiar las lágrimas, mantener una buena visión y disfrutar del
vuelo.
En su maravilloso viaje, conoció lugares
interesantes e históricos. Hizo amistades con aves de diferentes especies y
sobre todo… disfrutaba volando.
Autora: María Abreu
¿Es por tu inteligencia que se cubre de plumas el
halcón y despliega sus alas hacia el sur?
(Jeremías, 8:7)
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