Cuentos clásicos

miércoles, 9 de julio de 2014

Un alma y un ángel en el cielo

Un alma que recientemente había subido al cielo caminaba por las calles de oro. En su caminar se encontró con un ángel y éste llevó al alma a dar un recorrido para mostrarle todas las maravillas que había allí.

Mientras caminaban, el alma intentaba buscar la luz del sol, y al no encontrarla preguntó:

_ ¿Aquí no sale el sol?

_ Aquí no hay necesidad de la luz del sol, porque Dios el señor es el que ilumina esta gran ciudad y tampoco existe la noche.

El alma en silencio continuó caminando, ambos pararon cerca del mar y el ángel expuso:

_ Este es el mar, sus aguas son limpias y resplandecientes como el cristal.

Continuaron caminando y en medio de la calle de la ciudad el ángel se detuvo explicando:

_  Este es el árbol de la vida, produce un fruto diferente cada mes y sus hojas son para la sanidad de las naciones.

 Caminando paso a paso  el ángel señalaba:

_ Esas son las grandes mansiones donde vivirán los salvados.

Siguieron caminando y al entrar a un gran salón el ángel comentó:

_ En este salón se hace fiesta por cada pecador que se arrepiente.

Caminaron más adelante y el ángel indicó:

_ En ese trono hay  millones y millones de ángeles  adorando a Dios.

Finalmente entraron a una gran biblioteca y el ángel le mostró unos libros; pero el alma sintió curiosidad al ver que los ángeles no paraban de escribir ni un solo segundo.

_ ¿Qué están escribiendo los ángeles y por qué no paran?_ preguntó el alma.

_ En esos libros se escriben todas las cosas que hacen las personas. Se juzgara a todos por las cosas que están escritas en estos libros según sus obras­_ respondió el ángel.

Luego el alma observó unos libros cerrados y comprendió que los ángeles no escribían en esos libros porque esas personas ya habían muerto.

Dieron unos pasos más adelante y el alma vio en una esquina a un ángel con un rostro resplandeciente de felicidad que escribía en un hermoso libro.

_ ¿Qué está escribiendo el ángel en ese libro? _ volvió a preguntar el alma.

_ Ese es el libro de la vida, ahí se escriben los nombres de todas las personas que se arrepienten.

El alma guardó silencio por unos minutos… luego muy angustiado preguntó:

_  ¿Está mi nombre inscrito ahí?

_ Miraré el listado de los nombres_ dijo el ángel.

_ Sólo espero que el ángel que escribió la historia de mi vida no se le haya olvidado escribir que yo acepté a Cristo en mi corazón_ pensaba en silencio el alma.

_ ¡Tu nombre está inscrito en el libro de la vida! ¡Ven, entra en el gozo del Señor!_ dijo el ángel.

Autora: María Abreu

Y el que no se encontraba inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego (Apocalipsis 20:15) 

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