Cuentos clásicos

miércoles, 26 de febrero de 2014

EL PERRITO CALLEJERO

Una tarde de verano la señora Martha salió a pasear a su perrito Trino por el parque de la ciudad. El perrito Trino era un perro muy bien cuidado, su dueña siempre lo tenía limpio y perfumado.

Cuando estaban en el parque la señora Martha quitó la cadena de su querido perrito para que paseara con toda libertad, luego cuando vio que su perrito estaba sentado en las hierbas descansando de su pequeño paseo, se acercó y le tiró un filete. En ese momento llegó un perrito callejero con mucha hambre y olfateando el filete dijo:

- ¿Puedes compartir tu filete conmigo?  La verdad es que tengo hambre.

El perrito Trino le miró a los ojos y subestimándole le dijo:

- No comparto mi comida con perros callejeros como tú.

Luego el perrito Trino limpio y perfumado lo echó de su lado a ladridos.

El perrito callejero, sucio, cabizbajo, con hambre y con el rabo entre las piernas,  se apartó de aquel perrito limpio y perfumado tristemente.

Horas después comenzó a llover fuertemente con truenos y relámpagos. El perrito callejero comenzó a correr buscando un lugar para protegerse del agua, y al ver un garaje, inmediatamente entró en él para refugiarse, pero de repente detrás de él escucha unos ladridos.

Cuando el perrito callejero miró para atrás, vio  casualmente  que quien le estaba echando a ladridos del garaje era el mismo perrito limpio y perfumado que no quiso compartir su filete con él, así que se marchó del garaje cabizbajo  y con el rabo entre las piernas intentando buscar otro refugio.

Dos días después la señora Martha  salió nuevamente a pasear a su perrito Trino  por el parque y le quitó  la cadena  para que paseara libremente.

El perrito Trino caminaba y corría muy feliz alejándose cada vez más del parque. Dobló esquinas, cruzó calles, saltaba por encima de las hierbas hasta que en un momento se detuvo muy asustado preguntándose:

- ¿En dónde estoy? Creo que me he alejado demasiado del parque y ahora estoy perdido… No sé cómo llegar a casa.

El perrito Trino con el rabo entre las piernas comenzó a caminar muy preocupado y aullando.

Minutos después el perrito callejero caminaba por la otra acera de la calle, y alcanzando  a ver al perrito Trino  se detuvo porque sintió el instinto de  que al perrito Trino le estaba pasando algo, así que cruzó la calle corriendo y se le acercó preguntándole:

- ¿Qué te pasa perro? ¿Por qué estas preocupado y con el rabo entre las piernas?

El perrito Trino le miró  y le dijo:

- Mi nombre es Trino, estoy preocupado porque salí de paseo, me he  despistado, y me alejado  demasiado del parque, ahora estoy perdido y sin orientación. Nunca había caminado por estas calles. Estoy muy preocupado no sé cómo llegar a casa.

El perrito callejero le puso una pata en el hombro y consolándole le dijo:

_ ¡Tranquilo perro! Yo me sé el nombre de todas estas calles, suelo caminar por todos estos lugares. ¡Yo te ayudaré a ir a casa! ¡Confía en mí!

- Pero es que no he sido amable contigo, ni te he ayudado cuando tú me has necesitado. No creo que me puedas hacer un bien, cuando yo no te lo he hecho a ti. - dijo el perrito Trino sorprendido.

  - ¿Sabes? en la vida debes aprender que ayudar a los demás nos hace ser más felices y mejores ciudadanos – dijo el  perrito callejero amablemente.

- ¡Gracias! ¡Agradezco este gesto tan bonito de tu parte!- dijo el perrito Trino muy preocupado.

Los dos perritos recorrieron y cruzaron  calles, doblaron esquinas  hasta que por fin llegaron a la casa del perrito limpio y perfumado.

- ¡Por fin has vuelto a casa mi lindo perrito! - dijo su dueña Martha felizmente mientras lo abrazaba y lo besaba.

El perrito callejero levantó una patita despidiéndose del perrito Trino y comenzó a caminar para marcharse a la calle nuevamente.

El perrito Trino comenzó a aullar muy triste porque su amigo se marchaba.

La señora Martha  miró al perrito callejero y luego al perrito Trino y le dijo:

-Ya entiendo… Quieres que adoptemos a ese lindo perrito callejero para que viva aquí con nosotros.

La  señora Martha adoptó al perrito callejero y ambos fueron muy felices. El perrito Trino aprendió a compartir, a ser amable con los demás y  a valorar  la amistad.
Autora: María Abreu

Más bienaventurado es dar que recibir. (Hechos 20:35)



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