En un frondoso bosque
vivía un lagarto que estaba harto de tomar el
sol sobre una piedra, harto de comer insectos, harto de perder su cola y volver
a regenerarla. En fin, estaba harto de ser un lagarto.
Una mañana decidió
subir a la montaña del bosque a visitar a un amigo mago y al llegar a su
madriguera dijo:
_ ¡Hola amigo, he
venido a pedirte un favor!
El lagarto mago con
sombrero de punta y aún en pijama se acercó y
preguntó:
_ ¿En qué te puedo
ayudar querido amigo?
_ Quiero que digas unas
palabras mágicas y me pongas alas. Deseo ser un lagarto volador. Quiero cambiar mi identidad _ suplicó el lagarto.
_¡De acuerdo!_ dijo el
lagarto mago. Y en ese mismo instante pronunció unas palabras mágicas e inmediatamente
al lagarto le salieron dos alitas por el
costado.
Pero las aves del cielo
lo miraban y se reían de él porque les parecía
ridícula la manera en que movía la cola mientras volaba. De pronto una
gran ave se acercó y lo atrapó en su
pico y comenzó a volar cada vez más alto.
El lagarto, harto de
estar en el pico de la gran ave y de ver que lo elevaba cada vez más alto
le dijo:
_ ¡Oye, suéltame, porque si me comes te daré
muy mala digestión y haré que vomites!
La gran ave al
escucharlo lo soltó desde una gran
altura.
El lagarto, harto de
ver que estaba cayendo en picado comenzó
a gritar fuerte de miedo, pero segundos antes de estrellarse en el suelo
recordó que tenía dos alitas y comenzó a agitarlas evitando su desgracia y voló
hacia la montana nuevamente donde su amigo el lagarto mago diciéndole:
_ Ya no quiero ser un
lagarto con alas, es un peligro estar allá arriba, además estaba harto de
agitar estas dos alitas. Quiero tener otra identidad. Necesito que me conviertas en un pez de bonitos colores, creo que será más divertido.
El lagarto mago aún en pijama le dijo:
_ Vayamos a la orilla
del río.
Ambos lagartos se
marcharon a la orilla del río y una vez allí, el lagarto mago dijo las palabras
mágicas convirtiendo a su amigo en un pez de lindos colores.
Entonces el lagarto
convertido en pez nadaba y nadaba dentro del río mirando diferentes especies de
pececitos, pero de repente ve que un gran pez viene nadando hacia él para comérselo.
Inmediatamente movió
sus aletas y comenzó a nadar rápido.
El gran pez comenzó a perseguirlo hasta que ambos se encontraron dentro de una cascada.
El pez lagarto cayó en picado. Y al final de la cascada, harto de ser perseguido, se escondió dentro de una pequeña cueva. El gran pez negro lo perdió de vista y se alejó.
El gran pez comenzó a perseguirlo hasta que ambos se encontraron dentro de una cascada.
El pez lagarto cayó en picado. Y al final de la cascada, harto de ser perseguido, se escondió dentro de una pequeña cueva. El gran pez negro lo perdió de vista y se alejó.
En ese momento, solo y
escondido, el pez lagarto comenzó a
echar de menos su identidad y se le salió una lágrima.
Minutos después cuando
vio que ya no estaba en peligro salió de la cueva y comenzó a nadar.
_ Tengo que buscar la
manera de salir de aquí, quiero ser como era antes, quiero aceptarme como soy, ¡Quiero recuperar mi identidad!
En ese instante miró
para arriba y vio una hoja que flotaba, saltó sobre ella, y comenzó a gritar:
_ ¡Lagarto mago, sácame
de aquí! ¡Auxilio! ¡Quiero volver con los míos!
El lagarto mago se
acercó a la orilla del río y dijo las palabras mágicas. En ese instante el pez
lagarto recuperó su identidad y volvió a ser un lindo lagartito verde. Flotando encima de la hoja remó hacia la orilla y volvió a su tierra.
Cuando sus amigos lo
vieron llegar, lo abrazaron e hicieron fiesta porque su amigo a quien echaban
tanto de menos había vuelto.
Autora: María
Abreu
SALMO 100:3
Reconozcan que el SEÑOR es Dios; él nos hizo, y somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado.
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