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miércoles, 26 de febrero de 2014

El jardín encantado

Había una vez un príncipe que se sentía muy solo y cada tarde salía al jardín de su castillo a escribir poemas sin descubrir que un hada lo miraba todas las tardes escondida detrás de las flores.

El príncipe  no se detenía a contemplar la belleza de su jardín porque siempre estaba con la cabeza agachada escribiendo sus lamentaciones.

Un día, aburrido de hacer siempre lo mismo se le ocurrió la idea de cortar todas las plantas y las flores de su jardín para hacer  una  piscina más grande que la que tenía, así que escogió a cinco de sus siervos para que lo destruyeran.

El hada del jardín cuando vio que los siervos venían a destruir el jardín  se puso en contacto con todos los árboles y con todas las flores para que no se dejaran cortar.

En ese instante el jardín cobró vida y mágicamente los árboles empezaron a sacar sus brazos de ramas  y dándoles  azotes a los siervos  los tiraban al suelo. 
   
Las flores se unieron a la batalla y comenzaron a utilizar sus dulces fragancias y sus lindos colores para atraer a los insectos los cuales llegaron  por aire y tierra. Y picándoles por todo el cuerpo le produjeron hinchazón y comezón en la piel.

Los siervos salieron del jardín corriendo y muy asustados le contaron lo sucedido al príncipe Pablo.

El príncipe sorprendido les explicó que donde hay flores es natural que encuentren insectos y que las ramas de los árboles se mueven por el viento que sopla.

Pero para salir de dudas envió a otros siervos al jardín para que lo destruyeran.

Cuando los siervos llegaron al jardín todas las flores muy enojadas comenzaron a dispararles polen en diminutas células masculinas, en forma de huevos, desencadenando picor de ojos, lagrimeos, picor nasal y estornudos.

Los siervos se marcharon corriendo y le contaron lo sucedido al príncipe, pero el príncipe les explicó que es natural que el polen de las flores produzca alergia a algunas personas.

Después el príncipe llamó a sus consejeros biólogos para que fueran y miraran si veían algo extraño en su jardín, pero éstos cuando llegaron al jardín sólo observaron la hermosura de las flores y el verde de los árboles. Luego fueron donde el príncipe y le comunicaron que todo estaba en perfecta armonía.

Al día siguiente el príncipe fue al jardín como cada tarde a escribir poemas y al levantar la cabeza por un segundo vio una figura entre las flores parecida a la figura de una mujer  y comenzó a caminar hacia las flores para ver qué era lo que se escondía.

El hada asustada permanecía agachada detrás de las flores  hasta que llegó el príncipe y la descubrió.

El hada, con cuerpo escultural, larga y negra cabellera, ojos verdes, rostro fino, labios llenos, olor agradable y con hermosa sonrisa  se puso de pie y le dijo:

_ ¡Hola Príncipe Pablo! Quiero que sepas que no he dejado que destruyas el jardín porque las flores son la sonrisa del planeta y hay que hacer que el planeta continúe  sonriendo. 

El príncipe Pablo  sorprendido y feliz la miró a los ojos y le dijo:

_ ¡Gracias hermosa hada, te prometo que cuidaré de mi jardín y de toda la naturaleza!

Desde entonces el príncipe salía muy feliz cada tarde a contemplar la belleza del jardín y a hablar con el hada, hasta que la conquistó con sus poemas, se casaron y fueron muy felices.

Autora: María Abreu


Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. (Romanos 8:21)


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