Un esqueleto lleno de polvo caminaba en medio del
desierto empujado por un alma viviente
en busca de un manantial de vida.
Mientras caminaba lo perseguía un lobo babeando
saliva esperando a que desmayara para comérselo. Y cada vez que lo veía cansado
le susurraba:
_ No podrás continuar, estás cansado, échate a
dormir.
Más adelante, un cuervo en vuelo dejó caer una piedra, el esqueleto tropezó con ella y cayó al suelo. Entonces miró hacia adelante, se levantó despacio y continuó su camino desafiando la tormenta de arena.
Más adelante, un cuervo en vuelo dejó caer una piedra, el esqueleto tropezó con ella y cayó al suelo. Entonces miró hacia adelante, se levantó despacio y continuó su camino desafiando la tormenta de arena.
Minutos después, una serpiente con su lengua
venenosa le decía:
_ Será mejor que mires hacia atrás y vuelvas al
polvo de donde saliste, éste camino es muy largo. ¡No lo lograrás! ¡No…. no lo
lograrás!
Pero el esqueleto cansado de escuchar
las palabras negativas de las mentes mediocres, los venció con su
espíritu luchador.
Y mientras continuaba su camino, un sonido rompió su silencio y al levantar la vista vio los rayos del sol que se multiplicaban y bailaban con el
sonido del agua.
_ ¡Sí, es el manantial de agua viva! _ gritó
mientras corría. Y al llegar se agachó y bebió satisfaciendo toda su sed.
Segundos después, el agua limpia y cristalina con
sus rayos de luz comenzó a agitarse y al saltar hacia arriba mojó al
polvoriento esqueleto y lo convirtió en un hermoso hombre dándole la vida que anhelaba.
Autora: María Abreu
Pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá
sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en una fuente de agua
que brota para vida eterna. ( Juan 4:14)
Me gusta este cuento, me parece original, bonito y con final feliz
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